viernes, 10 de abril de 2015





Tipologías XXI: ¿Somos funcionales?

Dr. Norbert-Bertrand Barbe

1. El problema
            Nuestro empeño, a la hora de plantearnos las cuestiones relacionadas con la arquitectura, su enseñanza, lo que es, porque y cómo (re)presentarla, para identificarnos como exentos de todo vínculo con lo que no sea meramente práctico y resolutivo (necesidades inmediatas de nuestro pueblo vs. posicionamientos respecto de las grandes corrientes históricas o de la revisión formal de la arquitectura como objeto visual ante que constructivo) debe obligarnos a preguntarnos, en sentido similar al que lo hemos hecho en nuestro anterior texto sobre "La arquitectura para los pobres", sobre nuestro desempeño funcional real en la ciudad y el urbanismo nacionales, como Facultad, como colegio de arquitectos, como Estado y como país.
            Ahora bien, sin embargo,  force est de constater, a la hora en que el gobierno, lo que en sí no es malo pero lo que sí carece de pertinencia no habiendo otra opción para el conductor, decide por fin multar a los mal parqueados en la ciudad que imposibilitan el correcto tránsito en las vías principales (v. Roy Moncada, "Por ocupar aceras de Managua - Multas a los mal parqueados", La Prensa, 5/4/2013, y "Que no te agarren mal parqueado" http://www.canal15.com.ni/videos/87776, 4/10/2014), que no tenemos:
  1. Aceras para peatones bien hechas, no maltratadas, permanentes, sin obstáculos, utilizables para todos, y además a las normas (mucho menos) para los discapacitados;
  2. Calles suficientemente anchas para que el paso vehicular se haga sin estancarse por amontonamiento de vehículos;
  3. Pasajes peatonales para cruzar las calles;
  4. Vías peatonales ausentes de tránsito vehicular;
  5. Vías específicas para ciclistas, motorizados o transportes en común;
  6. Vías arborizadas para evitar la sumisión al calor y favorecer el recorrido peatonal de la ciudad;
  7. Un sistema de alcantarillado que aguante y contenga las aguas pluviales;
  8. Un sistema de basureros que permite deshacerse de lo que uno pueda consumir en la calle sin tirarlo simplemente en la cuneta;
  9. Terminales de buses con equipamientos adecuados (para la espera, sentarse, etc.);
  10. Y, al cabo de todo aquello, tampoco tenemos, simplemente, en esta ciudad aparentemente sólo pensada por los vehículos, cuando la gran mayoría de la población no tiene ninguno, aparcamientos urbanos colectivos (salvo en los centros comerciales), ni tampoco individuales públicos.

2. La conclusión
            Todo lo anterior, no exhaustivo (podríamos tratar, como hecho en otra ocasión, del abandono patrimonial), nos lleva a considerar que, si, posicionándonos como supuestos funcionalistas, no logramos metas tan cercanas, sencillas y mínimas como las antes mencionadas, mientras sociedades donde los colegios de arquitectos sí se posicionan esencialmente desde la perspectiva teórica y formal sobre la arquitectura producen ciudades cómodas y funcionales, deberíamos cambiar el rumbo, y terminar por entender que caminar sin meta es como decidir golpearse siempre contra la pared. Es necesario siempre una mente para decirnos adónde ir, es idénticamente necesario, aunque nos cueste entenderlo, teorizar nuestra disciplina para concebirla bien, y asimismo crearla adecuadamente. Sino seguiremos condenados a reproducir los mismos errores que, a inicios del siglo XXI todavía, no privan de conjuntos urbanos merecedores del nombre de ciudades.