Tipologías
XXI: ¿Somos funcionales?
Dr.
Norbert-Bertrand Barbe
1. El problema
Nuestro empeño, a la hora de
plantearnos las cuestiones relacionadas con la arquitectura, su enseñanza, lo
que es, porque y cómo (re)presentarla, para identificarnos como exentos de todo
vínculo con lo que no sea meramente práctico y resolutivo (necesidades
inmediatas de nuestro pueblo vs. posicionamientos respecto de las grandes
corrientes históricas o de la revisión formal de la arquitectura como objeto
visual ante que constructivo) debe obligarnos a preguntarnos, en sentido
similar al que lo hemos hecho en nuestro anterior texto sobre "La arquitectura para los pobres",
sobre nuestro desempeño funcional
real en la ciudad y el urbanismo nacionales, como Facultad, como colegio de
arquitectos, como Estado y como país.
Ahora bien, sin embargo, force
est de constater, a la hora en que el gobierno, lo que en sí no es malo
pero lo que sí carece de pertinencia no habiendo otra opción para el conductor,
decide por fin multar a los mal parqueados en la ciudad que imposibilitan el
correcto tránsito en las vías principales (v. Roy Moncada, "Por ocupar aceras de Managua - Multas a los
mal parqueados", La Prensa,
5/4/2013, y "Que no te agarren mal parqueado"
http://www.canal15.com.ni/videos/87776, 4/10/2014), que no tenemos:
- Aceras para peatones bien hechas, no
maltratadas, permanentes, sin obstáculos, utilizables para todos, y además
a las normas (mucho menos) para los discapacitados;
- Calles suficientemente anchas para que el paso
vehicular se haga sin estancarse por amontonamiento de vehículos;
- Pasajes peatonales para cruzar las calles;
- Vías peatonales ausentes de tránsito vehicular;
- Vías específicas para ciclistas, motorizados o
transportes en común;
- Vías arborizadas para evitar la sumisión al
calor y favorecer el recorrido peatonal de la ciudad;
- Un sistema de alcantarillado que aguante y
contenga las aguas pluviales;
- Un sistema de basureros que permite deshacerse
de lo que uno pueda consumir en la calle sin tirarlo simplemente en la
cuneta;
- Terminales de buses con equipamientos adecuados
(para la espera, sentarse, etc.);
- Y, al cabo de todo aquello, tampoco tenemos,
simplemente, en esta ciudad aparentemente sólo pensada por los vehículos,
cuando la gran mayoría de la población no tiene ninguno, aparcamientos
urbanos colectivos (salvo en los centros comerciales), ni tampoco
individuales públicos.
2. La
conclusión
Todo
lo anterior, no exhaustivo (podríamos tratar, como hecho en otra ocasión, del
abandono patrimonial), nos lleva a considerar que, si, posicionándonos como
supuestos funcionalistas, no logramos metas tan cercanas, sencillas y mínimas
como las antes mencionadas, mientras sociedades donde los colegios de
arquitectos sí se posicionan esencialmente
desde la perspectiva teórica y formal sobre la arquitectura producen ciudades
cómodas y funcionales, deberíamos
cambiar el rumbo, y terminar por entender que caminar sin meta es como decidir
golpearse siempre contra la pared. Es necesario siempre una mente para decirnos
adónde ir, es idénticamente necesario, aunque nos cueste entenderlo, teorizar
nuestra disciplina para concebirla bien, y asimismo crearla adecuadamente. Sino
seguiremos condenados a reproducir los mismos errores que, a inicios del siglo
XXI todavía, no privan de conjuntos urbanos merecedores del nombre de ciudades.